19 abr 2018

CELEBRACIÓN del día MUNDIAL de BIODANZA , 19 Abril 2018





La danza de la vida en Cala Llonga

Erika Cervera y Mila Lasaosa organizan una sesión de biodanza para integrar emociones, pensamientos y acciones

24.04.2018 | 21:53
Biodanza La Carpa de Circolar en Cala Llonga acogió este domingo la celebración del Día Mundial de la Biodanza, un sistema de crecimiento personal y humano a través de la música y el baile. Más de cuarenta personas de todas las edades participaron en este encuentro que pretende conectar a sus participantes con la alegría de vivir y el movimiento de pleno sentido, según explica la educadora Erika Cervera


Erika Cervera, en el centro de la imagen, explica uno de los ejercicios. TOMÁS GÓMEZ
Nada más empezar la sesión de biodanza, los participantes deben elegir a dos personas del grupo y caminar manteniéndose entre ellas durante un rato. El grupo se aglutina entonces en medio de la carpa y aprende la primera lección del encuentro: todos los movimientos generan un efecto en otras personas. Erika Cervera y Mila Lasaosa guían a más de cuarenta personas en la celebración del Día Mundial de la Biodanza, un sistema de crecimiento personal y humano a través de la música y el baile. La jornada tuvo lugar este domingo en la carpa de circo de Circolar en Cala Llonga.
Bailar como si fuesen a comerse el mundo es otro de los ejercicios, así como interactuar en un grupo de cuatro personas a modo de tren imitando los movimientos de la cabeza de la locomotora. La gente mueve los brazos como si nadara, buceara o volara. Todo está permitido en este juego que conecta a desconocidos, excepto hablar para no salirse del cuerpo. Cada música es diferente para cada nuevo reto.
«Me gusta definir la biodanza como una mezcla de ciencia, arte y amor», explica Erika Cervera, una valenciana que descubrió esta disciplina hace doce años y que la aplica en Ibiza desde hace año y medio. «Todas las danzas y músicas están pensadas para integrar una emoción, un pensamiento y una acción» o lo que sería lo mismo, «unir mente, corazón y acción», matiza, para así conectar con la «alegría de vivir».
Durante la sesión de biodanza la gente comparte miradas y contacto físico siempre desde el respeto. «Como mamíferos que somos, necesitamos el contacto del otro», explica. Por eso durante las sesiones hay una propuesta donde se camina juntando las palmas con otros y no soltando a nadie hasta que vuelva a estar conectado con otra persona su otra mano
Foto de familia del grupo de participantes. ERIKA CERVERA
«Vivimos en una sociedad donde lo que prevalece es la producción, estamos estresados y hemos olvidado lo que es la esencia de la vida. Las personas vienen a biodanza para tener un espacio más humano y no querer llegar a un lugar si no disfrutar de lo que somos», asegura.
Erika Cervera trabaja la biodanza con personas invidentes, enfermos de alzhéimer, familias y escolares. «Es una pedagogía que nació en los años 60 de la mano del psicólogo chileno Rolando Toro y que se puede aplicar a cualquier campo o necesidad, donde hay un trabajo individual, pero sobre todo grupal». La biodanza es un «movimiento de pleno sentido», en palabras de Cervera. «Cuando unificas lo que piensas, lo sientes de corazón y lo llevas a la acción eres feliz». «Vivimos disociados cuando el pensamiento no coincide con lo que sentimos ni con nuestra acción», asegura.
Durante la sesión todos los asistentes inflan un globo con sus deseos y entre todos bailan manteniendo todos los sueños en el aire empujando los globos hacia el cielo. La sesión acaba con miradas fijas a los ojos y abrazos entre las personas que han compartido la experiencia.
En algunos momentos del encuentro se producen llantos o explosiones de risa mientras los pies descalzos conectan con la tierra. Tras dos horas de música y baile la sensación al final si no es de felicidad se parece bastante

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